Max Verstappen echará mucho de menos a , quien apostó deliberadamente por él cuando no era más que un prometedor adolescente. Muchos otros aplaudirán la salida del paddock del Mundial de Fórmula 1 de uno de sus elementos más pintorescos de las últimas dos décadas, algo que no tiene que ser positivo a la fuerza. Red Bull anunció este martes, dos días después de que rompieran la racha victoriosa de la escudería energética y Verstappen –cuatro títulos consecutivos entre 2021 y 2024–, que Marko deja de ser asesor, un cargo que en la mayoría de casos no tiene ni una milésima parte de la influencia que tenía el expiloto austriaco. A pesar de que el comunicado oficial no habla de despido, sino de salida voluntaria, las turbulencias que han sacudido a la marca del búfalo rojo en los últimos dos años crecen como trasfondo de este desenlace. Sobre todo, porque el vínculo entre ambas partes expiraba a finales del año que viene.
La lucha de poder interna que se generó a raíz de la muerte de Dietrich Mateschitz, el cofundador de Red Bull, en octubre de 2022, terminó dividiendo mucho la cúpula, y generó mucha tensión y Oliver Mintzlaff, el CEO. “Llevo involucrado en las carreras seis décadas. Los más de 20 años vinculado a Red Bull han sido un viaje extraordinario y extremadamente exitoso […]. Todo lo que hemos construido y logrado juntos me llena de orgullo”, declara Marko en el comunicado oficial, en referencia a los ocho títulos de pilotos y los seis de constructores celebrados, todo ello con el primer equipo. “Quedarnos a las puertas del título de esta temporada me ha afectado profundamente, y me ha dejado claro que este es el momento adecuado de poner fin a este capítulo”, añade el ejecutivo, de 82 años, que ha compaginado decisiones trascendentales y muy positivas para la escudería austriaca, con salidas de tono de alguien de otra época al que muchos veían ya como demasiado trasnochado.
Marko será recordado por sus muchas facetas. Por ser un tipo duro y aparentarlo, idea que refuerza el ojo que perdió durante la celebración del Gran Premio de Francia de 1972, después de que una piedra saliera escupida del bólido de . Ese aspecto tan intimidador iba acorde con su personalidad. Él fue uno de los principales impulsores de la filosofía despiadada que todavía a día de hoy impera en Red Bull, donde los pilotos saltan de un equipo a otro cada dos por tres, eso los que no son despedidos. Al mismo tiempo, nadie puede negarle su valentía como uno de los artífices del programa de formación que llevó a la F1 a talentos como, con quien Marko se la jugó, al hacerle pasar directamente de la F3 a la parrilla.
Y luego están sus meteduras de pata, esas que incluso han llevado a Red Bull a tener que pedir disculpas públicamente. “Sabemos que Pérez tiene problemas en las cronometradas; tiene fluctuaciones en su rendimiento. Es sudamericano, de modo que no es capaz de concentrarse tanto como, por ejemplo, Max o Sebastian (Vettel)”, soltó hace un par de años, sobre . El último de esos episodios se produjo en Qatar, penúltima parada del calendario, después de que Norris superara in extremis a Kimi Antonelli, en la última vuelta de la carrera, después de que el italiano de Mercedes casi perdiera el coche. Marko insinuó entonces que Antonelli se había dejado adelantar de forma deliberada para favorecer el entorchado del corredor de McLaren, circunstancia que motivó una ola de mensajes de odio en los perfiles de las redes sociales de Antonelli.
“Los comentarios hechos antes e inmediatamente después de la prueba en Qatar, en la que se sugirió que Andrea Kimi Antonelli había permitido deliberadamente que le adelantara, son claramente incorrectos. Lamentamos sinceramente que esto haya provocado que Kimi reciba acoso online”, rectificó Red Bull a través de sus canales de información.