Primero el entrenador, ahora el masajista: el Athletic pesca en el entorno de Tadej Pogacar

Ante el Guggenheim de Bilbao, en el escenario de la presentación de la salida del Tour de Francia de 2023, La arenga se la había soplado, entre masaje y masaje, su fisio de confianza y amigo Joseba Elguezabal, vizcaíno de Gatika y muy del Athletic. El gesto le valió al crack esloveno que el Athletic le regalara una camiseta del equipo con su nombre y el dorsal 11;

Es el segundo miembro del equipo de cuidadores que llega al club de San Mamés desde la llamada burbuja Pogacar, dos años después de la contratación Sigue en cierta forma los pasos de otro masajista mítico del mundo del ciclismo, Marcelino Torrontegui, doctor en fisioterapia y la otra mitad de Tony Rominger, que dejó las bicis por el CD Málaga varios años.

Dueño de una discreción más cercana casi al secreto de confesión sacerdotal que al secreto médico o abogadil, Elguezabal nunca dio la menor pista o indicación de que su ciclista tuviera problemas, una información que animaría al enemigo. El propio Pogacar, que empezó a correr con cierta prudencia en la etapa del Tourmalet para no sobrecargar muscularmente la pierna, pese a que en caliente el dolor no molestaba, para disimular elaboró y vendió la teoría del aburrimiento, del cansancio mental, de que su cabeza tenía unas ganas locas de acabar la carrera. Aun así, aún guardo fuerzas y deseos para dar espectáculo bajo la lluvia de Montmartre en un cara a cara salvaje con Wout van Aert. Y cuando terminó, con la cuarta copa del Tour en su vitrina, les dijo a los suyos: “He acabado muerto, pero más muertos están los demás”. Pero Elguezabal ya no estará más a su lado para escucharle y confortarle. Le toca ahora tocar otros músculos y otras cabezas en el San Mamés en el que tanto disfruta como aficionado.